El fuego es tan necesario como devastador cuando no se controla. No en vano, los incendios son una de las principales amenazas a las que se ven expuestos no solo los inmuebles, sino cualquier terreno que se encuentre a la intemperie. Para combatirlos de una manera eficaz resulta crucial entender su naturaleza, ya que no todos los fuegos son iguales. Por eso es importante conocer los diferentes tipos y cómo se clasifican.
Fuego Clase A: Combustible sólido inflamable
El fuego Clase A es uno de los más comunes y generalmente involucra materiales sólidos inflamables, como es el caso de la madera, el papel, las telas, la goma y ciertos tipos de plásticos. Estos incendios se propagan rápidamente, sobre todo en ambientes con abundante material combustible.
Entre sus características podemos mencionar que suelen comenzar por una chispa, una llama abierta o por la simple fricción. Además, liberan grandes cantidades de energía térmica, provocando un humo denso y tóxico. En el hogar suelen darse cuando se prende algún papel, las cortinas o incluso un mueble.
Fuego Clase B: Combustibles líquidos inflamables
El fuego Clase B involucra líquidos inflamables o combustibles, así como gases inflamables. Algunos ejemplos de ello son la gasolina, el aceite, la pintura o el propano, entre otros elementos.
Este tipo de fuego se caracteriza por ser particularmente peligroso debido a su rápida propagación y a la posibilidad de que se produzcan explosiones. Además, hay que añadir que los vapores generados pueden llegar a ser aún más perniciosos que las propias llamas. Eso sí, para su extinción no es recomendable usar agua, ya que puede esparcir los líquidos inflamables. Por lo tanto, los métodos más efectivos son los extintores de espuma, polvo químico seco, CO2 y halón. Y no hay que olvidar que suelen resultar complicados de apagar, dado que el fuego puede reavivarse en caso de que no se elimine completamente la fuente de combustible.
Fuego Clase C: Equipos eléctricos
El tercer tipo de fuego es el que está causado por equipos eléctricos energizados, como es el caso de los electrodomésticos, las herramientas eléctricas y, por supuesto, los sistemas de cableado. Así pues, estamos hablando de incendios especialmente peligrosos por el riesgo de electrocución y por una rápida propagación a través de cables y conductos.
Como cabe esperar, el origen suele hallarse en cortocircuitos, sobrecargas eléctricas, o fallos en equipos eléctricos. Esto hace que, en ocasiones, sean complicados de detectar a tiempo. Respecto a su extinción, es fundamental utilizar extintores de CO2 o polvo químico seco para no conducir la electricidad. Por supuesto, nunca se debe usar agua.
Fuego Clase D: Intervienen metales combustibles
La cuarta clase de fuego es aquella que se forma con metales combustibles como magnesio, titanio, potasio y sodio. Son algo menos comunes precisamente por el tipo de materiales mencionados, pero extremadamente peligrosos y difíciles de controlar. No en vano, reaccionan con virulencia al agua –se propagan con más velocidad– y además generan temperaturas extremadamente altas e incluso explosiones
Respecto a su extinción, es necesario emplear extintores específicos para metales, como es el caso del polvo seco especial (sal de sodio, por ejemplo). Por ello, para prevenir el fuego Clase D, hay que manejar los metales combustibles con suma precaución, almacenarlos adecuadamente y asegurarse de que el personal esté entrenado en el uso de los extintores adecuados.
Fuego Clase E: Combustión de aceites y grasas
Finalmente, hemos de hablar del quinto tipo de fuego, también conocido como de Clase K en algunas clasificaciones. Es el que se da por los aceites y las grasas y es común en cocinas comerciales y domésticas.
Su origen suele encontrarse en un sobrecalentamiento de aceites y grasas durante la cocción y puede tener una rápida propagación debido a las altas temperaturas y la respuesta del aceite con las llamas.
Al igual que en muchos de los anteriores, no se debe emplear agua para sofocarlo, ya que puede hacer que el aceite se esparza y aumenten las llamas. Por eso hay una serie de extintores que están diseñados específicamente para este cometido.
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Protégete contra los incendios
Una vez expuestas todas las clases de fuego que hay y conocido el peligro que supone que se desate un incendio de cualquiera de ellas, queda muy claro que la prevención y preparación son esenciales.
A continuación, evaluamos algunas de las principales medidas que se pueden tomar:
- Instalación de detectores de humo. La primera de las medidas y una de las más importantes es la de contar con detectores de humo en funcionamiento en todas las áreas clave de tu hogar o lugar de trabajo. Hay que tener presente que cuando se produce un incendio, el tiempo es lo más importante. Por lo tanto, detectarlo a tiempo es fundamental para actuar de inmediato. Un buen ejemplo de esta eficacia lo encontramos en el detector de incendios de Securitas Direct, capaz de alertar incluso antes de que comience el fuego, justo cuando empieza a haber humo en el ambiente. Este detector cuenta además con una doble sirena de alta potencia y un aviso instantáneo a los profesionales de Securitas, que avisan de inmediato a quienes se encuentren en el hogar o negocio para que puedan ponerse a salvo, especialmente si están durmiendo. Además, estos expertos se encargan de avisar a los servicios de emergencia 112 para enviar a los bomberos o la ambulancia, y mantienen al cliente informado en todo momento.
- Almacenamiento adecuado de los materiales inflamables y líquidos en áreas bien ventiladas.
- Mantenimiento regular de equipos eléctricos para evitar fallos que puedan provocar incendios.
- Equipamiento con los extintores adecuados para cada tipo de fuego (A, B, C, D, E), dependiendo de las necesidades concretas.
- Plan de evacuación para saber cómo salir rápidamente y de forma segura en caso de incendio.
- No usar agua
- Finalmente, en el momento en que se declara un fuego, lo primero que se debe hacer es contactar con los servicios de emergencia lo antes posible y, claro está, seguir sus instrucciones.