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Si echamos un vistazo a las películas de ciencia ficción de hace apenas dos o tres décadas nos damos cuenta de que mucha de la tecnología que podemos ver en la pantalla ya es una realidad. Y ese es el caso de las cámaras con reconocimiento facial. No en vano, es uno de los identificadores biométricos más utilizados actualmente; hasta tal punto que está presente en numerosos dispositivos móviles –desde los smartphones hasta las tablets–.

Como cabe esperar, antes de que estas cámaras se convirtieran en una barrera de entrada para todos aquellos que quisieran desbloquear nuestro teléfono sin permiso, ya se utilizaban en el entorno de la seguridad y la protección. Con el paso del tiempo la tecnología se ha “democratizado” y ha llegado a un mayor número de usuarios. El resultado ha sido un aumento de la oferta disponible y una regulación más estricta por parte de la Unión Europea. En este caso, el objetivo pasa por frenar un uso inadecuado de los sistemas de reconocimiento facial que pueda atentar contra la privacidad de los ciudadanos.

¿Qué son las cámaras con reconocimiento facial?

Pero antes de comprobar cómo funciona una cámara de seguridad con reconocimiento facial y de averiguar cuándo es posible utilizarla o no, detallamos qué son realmente estos dispositivos.

Como su propio nombre indica, estamos hablando de un tipo de cámaras que incorporan un software capaz de identificar y verificar la identidad de personas basándose en sus características faciales, las cuales siempre son únicas. Para lograr su cometido, emplean Inteligencia Artificial que permite la captura, el análisis y la comparación de patrones existentes en bases de datos.

En este proceso se evalúan diversos parámetros del rostro de la persona que se está analizando y se compara con los que están almacenados, de manera que se tiene una evidencia de que esa persona tiene permiso o no para acceder a un lugar. No obstante, esto lo comentamos detalladamente a continuación. Antes hemos de apuntar que el uso del reconocimiento facial no siempre es legal. De hecho, el Parlamento Europeo tomó cartas en el asunto en el momento en que la tecnología se hizo más popular.

Así, en la “Corrección de errores del Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 27 de abril de 2016, relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos y por el que se deroga la Directiva 95/46/CE (Reglamento general de protección de datos)”, se expone lo siguiente: “Quedan prohibidos el tratamiento de datos personales que revelen el origen étnico o racial, las opiniones políticas, las convicciones religiosas o filosóficas, o la afiliación sindical, y el tratamiento de datos genéticos, datos biométricos dirigidos a identificar de manera unívoca a una persona física, datos relativos a la salud o datos relativos a la vida sexual o las orientación sexuales de una persona física”. Y claro está, son datos biométricos los que se tratan con la tecnología de reconocimiento facial.

¿Cómo funcionan las cámaras con reconocimiento facial?

Dejando a un lado las cuestiones legales –que siempre han de cumplirse a la hora de protegerse o de poner en marcha un sistema de seguridad–, a continuación apuntamos cómo es el funcionamiento de las cámaras con reconocimiento facial. Se puede decir que realizan su labor siguiendo las siguientes fases:

  • Captura de las imágenes. Como se puede adivinar, el primer paso es la recogida de la imagen facial del individuo, valiéndose para ello de sensores y diversos tipos de cámara para asegurar un buen resultado sin importar cuáles son las condiciones lumínicas.
  • Procesamiento de las imágenes y extracción de las características faciales. A continuación entra en juego el software capaz de realizar un adecuado reconocimiento facial. Al igual que otras tecnologías biométricas, emplea algoritmos que permiten comprobar las características de cada rostro, desde la forma de los ojos, hasta los contornos faciales. De ese modo se extrae la información necesaria para una posterior comparación.
  • Comparación. Finalmente llega el momento de cotejar los resultados y compararlos con los existentes en la base de datos sobre la que el sistema trabaja. De esta manera, si alguien no aparece en la misma, supondrá que no cuenta con los permisos correspondientes. En ese momento la decisión de denegar el acceso o no puede recaer en el propio sistema o en una persona encargada de sopesar si existe algún peligro.

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Pros y contras del reconocimiento facial

Como cabe esperar, el reconocimiento facial con cámaras de seguridad tiene ventajas y desventajas –casi como cualquier tecnología que se emplea en la actualidad–, aunque cuando se trata de innovación, las primeras suelen superar con creces a las segundas. Así pues, vamos a comenzar analizando cuáles son los principales pros.

  • Se optimiza la seguridad, ya que es más sencillo identificar a las personas que no tienen los permisos para acceder o actuar. Esta ventaja no solo se da en el ámbito público, sino también en el privado.
  • Facilidad de acceso. El reconocimiento facial es una tecnología que apenas requiere la intervención de los usuarios, ya que solo han de ponerse frente a una cámara. Esto agiliza los procesos y evita cualquier tipo de fraude al respecto.
  • Tecnología eficiente. Tanto la identificación como la autenticación son eficientes, hecho que ayuda a que la protección sea mayor.

En cuanto a los contras de utilizar una cámara de seguridad con reconocimiento facial, se centran principalmente en lo ya mencionado anteriormente, es decir, en los aspectos legales.

  • Privacidad. El uso de esta tecnología puede atentar contra la privacidad de las personas, lo que supone violar el Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea.
  • Precisión. Otra de las posibles desventajas surge de una tecnología que no sea lo suficientemente buena, pues podría provocar imprecisiones a la hora de reconocer los rostros.

¿Para qué se utiliza hoy en día el reconocimiento facial?

Como ya hemos apuntado, esta tecnología cada vez se emplea con más asiduidad y en un mayor número de sectores. Partiendo de la base de que podemos desbloquear nuestros dispositivos móviles simplemente mostrando nuestro rostro, no es de extrañar que haya sido adoptada en no pocos escenarios: desde la vigilancia en lugares como aeropuertos, estaciones y espacios públicos, hasta la gestión de identidad en centros como hospitales y empresas, pasando por el marketing personalizado que analiza las reacciones de los clientes ante las campañas publicitarias.

Sea como fuere, los sistemas de reconocimiento facial pueden ser muy útiles… siempre que no se atente contra la privacidad de las personas.